No solo el hombre insistía en darles regalos a los Verhen, sino que también las palabras de Rena parecían haber herido su orgullo, así que se rindió. Kamila se sintió culpable al pensar en explotar el corazón de un hombre tan bueno, así que solo eligió una prenda de vestir.
Era un jersey ajustado de lana rojo oscuro tan suave y cálido que parecía como llevar un abrazo puesto.
El resto de la familia siguió su ejemplo e hizo lo mismo. Su arrepentimiento por no poder llevarse más cosas fue reemplazado pronto por alivio cuando todos los comerciantes hicieron lo mismo, siempre negándose a dejarlos ir con las manos vacías.
Para cuando regresaron a la casa de huéspedes del Barón, su amuleto dimensional estaba lleno y Kamila tuvo que pedir prestado algo de espacio en la dimensión de bolsillo de Lith. A diferencia de los Verhen, el único objeto de almacenamiento que poseía era el que Lith le había regalado en su cumpleaños, y siempre estaba medio lleno con su equipo de trabajo.