—No hay nada que puedas hacer para proteger a tu hija, y mucho menos a un mago novato que está a punto de ser considerado traidor por dar la espalda al Reino en su hora de necesidad contra los no muertos.
—La tormenta que se avecina acabará con sus vidas, pero tú tienes el poder de salvarlos de ese cruel destino. Dame lo que quiero y todo irá bien.
—Me voy. Adiós, Velan. —La voz de Jirni temblaba mientras salía por la puerta con pasos vacilantes.
Solo cuando estuvo segura de que nadie la seguía por el pasillo y los botones de Orion no detectaron ningún hechizo de vigilancia, recuperó su confianza. Su mueca preocupada desapareció y fue reemplazada por un rostro frío como la piedra.
—¿Lo tienes todo, querido? —Dijo en su auricular de comunicación.