—¿Es por uno de mis padres que Tista nació enferma? ¿Es por ellos que mi bebé casi murió?— Rena instintivamente tocó su vientre, temiendo lo que podría salir de él la próxima vez que quedara embarazada.
Senton, en cambio, estaba temblando de miedo. No temía tanto a Lith como a ser el único humano en la habitación, temiendo que uno de los monstruos escondidos entre ellos pudiera dañar a su esposa.
—Sabía que había algo mal en un enano seis años menor que yo que podía asustarme con una simple mirada. Esa cosa debe haber reemplazado al verdadero Lith hace años. Explicaría todo. —Senton pensó.
—¿Tienen alguna idea de cómo pudo haber pasado esto?— Las palabras de Elina descarrilaron los pensamientos de todos.
Al igual que Rena, todos sus instintos le decían a Elina que era su hijo. No le temía a quién era ni creía ni por un segundo que él pudiera lastimararla. Lo que la aterrorizaba eran las consecuencias que la condición de Lith podría tener en su futuro.