La Puerta de Belius llevó a Lith a Derios, la ciudad capital del Marquesado de Distar y desde allí llegar a la casa del Protector le tomó solo unos minutos.
El momento en que Lith lo vio, la nostalgia casi le rompió el corazón. Su viejo amigo había moldeado su propia casa como una réplica casi perfecta de la de Lith. Era una encantadora casita de dos pisos hecha completamente de piedra con un amplio patio que daba a los bosques de Trawn.
Casi esperaba que Elina abriera la puerta y lo recibiera en casa. La reacción de Selia, sin embargo, no difería mucho de lo que haría su madre.
—¡Oh, Lith! Nunca entenderé por qué las bestias te llaman Azote. Deberías llamarte Portador de Regalos. —Lo atrajo hacia abajo con una fuerza y un entusiasmo que lo sorprendieron bastante.
Lo besó en la frente y en ambas mejillas antes de darle un gran abrazo.
—¿Perdón? —Lith todavía estaba procesando la situación, mientras Solus se moría de la risa.