El primer instinto de Lith fue huir y probar su teoría, pero no había vuelto a casa para pasar el tiempo trabajando. Necesitaba un verdadero descanso disfrutando del lujo de ser él mismo, sin ataduras.
—Mamá, Papá, gracias —Respondió—. Sé lo crueles que pueden ser las personas. Lo aprendí por experiencia desde el día que comencé mi aprendizaje como sanador. Comenzó con aquel noble intentando matarme y continuó mostrándome lo que un hombre puede hacerle a su esposa, un padre a sus propios hijos.
Evitó mencionar a sus hermanos, ya que, a pesar de los años transcurridos, el nombre de Orpal seguía causando mucho dolor en el corazón de sus padres.
—Este pueblo no es perfecto, el mundo no es perfecto. Pero haré todo lo posible para ser fiel a mí mismo y enorgullecerlos a todos —dijo Lith.