Cuando un dríade masculino intentó coquetear con Lith, su paciencia estaba al borde de romperse y también la columna vertebral del dríade.
Sin embargo, aprender acerca de la existencia del retoño envió un escalofrío por la espina dorsal de todos. De repente, la situación se había vuelto mucho más complicada. Lith y Kalla compartieron una mirada preocupada, obligándola a actuar.
—Gracias por su cooperación. Ahora, si nos disculpan, tenemos un trabajo que hacer —dijo Kalla mientras la pequeña multitud de seres vegetales se abría frente a la Wight como si llevase explosivos en la espalda, liberando a sus compañeros humanos de sus respectivos pretendientes.
—¿Estás pensando lo mismo que yo? —preguntó Friya, acariciando la cabeza de Kalla y apreciando su extraño calor.