—Él es un traidor a nuestra raza. Cambió los dones de la vida por los de la muerte. Su cadáver no tiene lugar en nuestra tierra sagrada. Solo el fuego puede purificar sus restos y al convertirlo en cenizas, su espíritu será limpiado de no muertos y podrá comenzar de nuevo una vez que florezca nuevamente—. Un Treántido dijo.
Friya chasqueó los dedos y el sauce seco pronto se convirtió en cenizas y fue llevado por el viento. Una vez muerto, un esclavo perdería todo el vigor que su núcleo de sangre les otorgaba y su cuerpo volvería al estado marchito que alimentar constantemente a su maestro les infligía.
—Debo decir que nunca esperé que una mujer humana fuera tan fuerte y poderosa. Verte matando a un sucio Grendel fue… emocionante.— Un Dríade masculino que no llevaba nada más que una sonrisa y exhibía un conjunto de abdominales marcados sobre los que podrías rallar queso dijo mientras agarraba la cadera de Phloria.