Milea había aceptado rápidamente.
No solo porque tenía muchos amigos en los tres grandes países, sino también por su propia supervivencia. Si el Reino y el Desierto desaparecieran, los no muertos y las Abominaciones de dos continentes enteros solo tendrían una fuente de alimento.
El Imperio Gorgon. Su imperio.
Ya tenía suficiente en su plato lidiando con el ejército del Lich, las Abominaciones híbridas rebeldes y los esbirros del Maestro saqueando las minas de cristal del Imperio en busca de recursos. Sabía que nunca lograría enfrentarse a todos los Tribunales no muertos por sí misma.
No sin la intervención directa de Leegaain, pero él ya le había dado un ultimátum. Milea no había sido elegida por el Padre de todos los Dragones como su aprendiz por su fuerza, ni por su talento, sino por su sabiduría.
Le permitió manejar todo el poder que el Guardián le otorgó sin embriagarse con él.