Esas palabras casi hicieron que Lith se atragantara con su comida, al igual que la intención de matar que de repente llenaba la cueva.
Faluel encontró divertido su malestar y comenzó a reírse como una niña pequeña. Aunque ahora ya no la encontraba adorable.
—Solo estoy bromeando. Ya te dije que me gustaría tenerte como discípulo y que realmente podría usar un suministro constante de Llamas del Origen. Si quisiera matarte, no habría malgastado mi aliento tanto tiempo.
—Antes de continuar, ¿tienes alguna pregunta? —Preguntó Faluel.
—Jódeme de lado. Esta mujer me está dando vueltas a la cabeza como un disco. Pasa de ser la chica de al lado a la reina asesina en un segundo. Desearía que Solus estuviera aquí —Pensó Lith.
Luego le contó sobre sus peleas con Irtu y Thrud, para entender lo que realmente había pasado con sus hechizos.