Después de consumir su almuerzo, el grupo se quedó dormido. El estrés y la fatiga de los últimos dos días pesaban mucho en todos, pero Lith y Phloria fueron los más afectados.
Habían estado en alerta constante desde su llegada al bosque y los únicos momentos de paz que tuvieron fueron los que pasaron en la cueva. Lith había exigido tanto a su cuerpo durante los dos últimos días que le dolía todo.
Usó Invigoración tanto como pudo, y eso significaba muy poco. A partir de sus experimentos con pociones, Lith sabía que las herramientas alquímicas para mejorar el cuerpo físico tenían efectos secundarios, al igual que la magia de fusión, que solo el descanso adecuado podía eliminar.
La Invigoración podía compensarlos, pero ¿cómo podría justificar su ridícula velocidad de recuperación? Su mente seguía buscando una solución, pero sin éxito. Inquieto, comenzó a reconsiderar la situación de su grupo y las posibilidades de éxito.
Cuanto más pensaba en ello, menos sentido tenía el ejercicio.