—¿Qué? —Kamila estaba desconcertada.
—El cristal de maná es pequeño pero poderoso y compré la barra de plata al precio del mercado. La curación solo me tomó algo de mana, así que cenar será suficiente. —Explicó Lith.
—¡Es muy poco dinero! No puedo aceptarlo. —Dijo ella.
—Lo siento, señorita. Los sanadores hacen sus propias tarifas. —Vastor y Quylla asintieron ante esas palabras.
—Además, deberías preocuparte más por el alojamiento de Zinya. Tu apartamento es bueno para dos personas pero agobiante para tres. También, ambos solemos irnos a trabajar y tu hermana necesita orientación. —Dijo Lith.
Kamila se mordió el labio inferior debido al estrés. Zinya ciertamente podría mudarse a su casa, pero solo había un dormitorio, así que tendrían que tomarse un descanso de su relación o verse obligados a ir a un hotel cada vez.