—Ya que no tienes problemas con que otras mujeres duerman con tu pareja, ¿puedo pedirlo prestado de vez en cuando? Es más que delicioso y mamá me ha enseñado cómo puedo alimentarme de un hombre mientras ambos experimentamos la misma cantidad de placer.— preguntó Nyka.
La sangre era la fuente más abundante de fuerza vital, pero no era la única de la que un vampiro podía obtener sustento.
—¡Él no es mi esposo y ni de broma estoy bien con eso!— Solus exclamó.
—Estoy celosa, ¿vale? ¡Lo admito! ¿Estás feliz ahora?—
—De hecho, sí.— dijo Nyka mientras le daba a la sorprendida Solus un gran abrazo.
—Nunca tocaría a tu hombre, solo quería que expresaras tus sentimientos en voz alta.—
Nyka solía ser poco hábil y tan directa cuando quería algo que casi rayaba en lo grosera. Solus había caído completamente en su trampa, al igual que Tista, quien se había puesto rojo remolacha ante la imagen que las palabras de Nyka habían pintado en su cabeza.