—Todo parece estar en orden, pero no puedo seguir tal orden sin escucharla directamente del Señor Cestor. —dijo Lith mientras avanzaba.
Los dos guardias cruzaron sus lanzas frente a él, pero él no se detuvo.
—Incluso si el documento está en orden, necesito asegurarme de que no esté falsificado. Cualquiera podría usar el sello del Señor de la ciudad. —Lith estaba ahora a solo unos pocos milímetros de las hojas.
—El Conde solicitó la ayuda del ejército y no hemos podido contactar con él desde entonces. Antes de que pueda irme, debo hablar con él. Retrocedan y déjenme pasar, porque en el momento en que sus armas toquen mi cuerpo, serán perseguidos por traición contra la Corona.
Los ojos de Lith se encendieron al liberar un poco de intención asesina. La presión mental ejercida por el mana lleno de sus violentas emociones abrumó a los guardias, quienes se volvieron pálidos pero solo retrocedieron un paso.