Desde su escondite en el salón del primer piso, Kamila había estado viendo la pelea desde el principio. Sus sentimientos cambiaron de asombro a horror y viceversa con cada segundo.
—Gracias al cielo que el Alguacil Ernas me alejó en cuanto empezó la última fase del plan. De lo contrario, solo habría sido una carga para ellos. Siempre soñé con ser un Alguacil Real algún día, pero si Lady Ernas es su estándar, preferiría quedarme detrás de mi escritorio de por vida.— Pensó.
Kamila no sabía que Jirni era considerada un monstruo incluso entre los Alguaciles Reales. Ellos eran principalmente investigadores, fiscales e interrogadores. La mayoría de ellos nunca participaría en una sola pelea en toda su vida.
La familia de Jirni, la Casa Myrok, tenía una filosofía diferente al respecto. Independientemente de la profesión que eligiera uno de sus miembros, todos serían entrenados como asesinos para deshacerse de las malas hierbas cuando la Corona requería su ayuda.