—¿Un competidor? —El Maestro no podía creer lo que escuchaba. Esas dos palabras solas podrían poner en juego décadas de arduo trabajo. Si otro Eldritch estuviera involucrado en la desaparición del cristal morado, quizás siempre fue un trabajo interno.
Eso habría explicado muchas cosas. Las Abominaciones eran inconstantes y codiciosas por naturaleza, lo único que respetaban era el poder. Los Eldritchs eran la suma de sus mejores y peores rasgos.
Si alguna Abominación empezaba a creer que el Maestro no podría cumplir con su promesa, no dudarían ni un segundo antes de traicionar al Maestro.
—Creía que todos los Eldritchs que vivían en el continente Galen estaban de nuestro lado. —Dijo el Maestro.
—Podría ser uno antiguo que acaba de despertar de su sueño. —Respondió Xenagrosh.