—¿El optimismo?
—No. El hecho de que te propuse un montón de cuerpos y siempre te negaste. ¿Ahora que Tista dijo lo mismo, estás considerando la idea?
—Sólo los idiotas nunca cambian de opinión. La tuya era la idea correcta en el momento equivocado.—Respondió Solus.—Pensaremos en ello después del ejército. No puedo permitir que te des por vencido. Además, gracias por retrasar tu partida hasta la primavera.
—De nada. Tista es tu primer amigo humano, ustedes dos merecían algo de tiempo juntos. Los amo a los dos y estoy feliz de que hayan encontrado un buen amigo el uno en el otro.
—¿Nombre? —La voz áspera del secretario del ejército interrumpió su conversación. La mujer amaba su trabajo, pero repetir las mismas líneas una y otra vez arruinaba su estado de ánimo.
—Lith Verhen.