Llegaron a la Puerta de Traslación que los llevaría fuera de la academia, donde los chaperones los esperaban. Las chicas llevarían a sus padres mientras que Lith había pedido a la Marquesa Distar y al Conde Lark que fueran su escolta.
Raaz y Elina estaban demasiado ocupados con el recién nacido Aran, además de que desconocían completamente la etiqueta de la Corte. Traerlos consigo sería como invitar al desastre a cenar.
—Muchas gracias, querido Lith. —El Conde Lark no parecía haber envejecido un día. Su traje negro era completamente nuevo, al igual que el cordón de seda que evitaba que su monóculo de borde negro, que constantemente saltaba de su cuenca por la emoción, se perdiera.
—Nunca he asistido a una ceremonia de graduación real antes. No puedo agradecerte lo suficiente por darme esta oportunidad.