Debido a las matrices, no pudo matar a sus enemigos, pero ahora Nalear podía arruinarles la vida. La magia espiritual le permitía hacerles fracasar en todas las materias que asistían juntos. Un empujón aquí, un empujón allá era suficiente para hacerlos tartamudear o interrumpir sus signos con las manos.
Su desempeño en los exámenes finales fue tan pobre que ni siquiera sus padres pudieron evitar su expulsión.
Aun así, no fue suficiente para calmar su sed de venganza. Ella quería verlos muertos, junto con sus familias. Durante su encarcelamiento, algo se rompió dentro de ella. Cuando la esperanza murió, la locura floreció.
Nalear se unió a la Asociación tan pronto como pudo, acumulando méritos al lograr lo imposible una y otra vez a pesar de su corta edad. La Corona intentó reclutarla, pero ella les reprochaba el sistema de la academia.