Después de que el discurso de Raaz hizo que Lith se diera cuenta de lo egocéntrico que había sido, la fatiga lo venció, haciendo que Lith se durmiera de nuevo.
Cuando despertó, solo su madre estaba a su lado.
—Mamá, ¿qué me pasó? ¿Puedo tener un espejo? —Preguntó Lith.
—Eso es algo que deberías decirnos, cariño. —Elina estaba feliz de verlo despierto de nuevo tan pronto. La fiebre finalmente se había ido.
—Tus profesores dicen que estabas bien cuando te dejaron en la cama de muerte de Protector, pero cuando te encontraron, ya estabas en un estado terrible. Te has recuperado mucho en los últimos cinco días, pero yo no miraría en el espejo si fuera tú. —
—Por favor, quiero ver el precio de mi necedad con mis propios ojos. —Lith apretó su mano.
Cuando Elina conjuró un espejo de agua frente a él, Lith ni siquiera se inmutó.