—Está bien. Solus Menadion-Verhen, te invito a entrar a tu hogar en Belius. —Kamila golpeó el anillo como si estuvieran hablando a través de una puerta.
—¿Qué quieres decir con mi hogar? —Solus tomó su forma humana, mirando a su alrededor tímidamente.
—Quiero decir que debes dejar de sentirte como una intrusa. Eres parte de esta familia y de este matrimonio también. —Kamila respondió—. No quiero que pienses en este lugar como un santuario del que estás excluida.
—Es como tu torre, solo que me pertenece a mí y no tiene ninguna propiedad especial aparte de los felices recuerdos que guarda.
Antes de que Solus pudiera responder, Kamila dio un paso adelante y la abrazó.
—Quiero que consideres este apartamento como tu hogar. Los tres no tenemos recuerdos juntos aquí, pero eso no significa que no podamos hacerlos a partir de ahora.
—Gracias. —Solus la sostuvo fuerte, luchando contra una insistente lágrima que quería ser derramada.