Lith estudió el mapa por un rato, calculando cuánto tiempo le tomaría llegar a un lugar seguro y corriendo varias simulaciones en su cabeza con la ayuda de Solus.
—Esto podría no ser tan malo como parece. —Pensó— Desde esta distancia, el ejército no tendrá la oportunidad de estudiar mis técnicas. Si empleo los Gólems y tú me das una mano, Solus, la primera ola de enemigos tendrá una sorpresa desagradable.
—¿Quieres que solo conjure las Manos y la Boca y las use en tu lugar o quieres que participe en la batalla en mi forma humana para apoyarte? —Ella preguntó.
—Ahorremos tus fuerzas para emergencias. Comienza con las Manos y la Boca, iremos viendo lo demás sobre la marcha. —Él respondió.
—Lo siento, pero no podrías esperar ser completamente perdonado sin dar pruebas de tu buena voluntad primero. —Berion malinterpretó el prolongado silencio como una vacilación— Si sirve de algún consuelo, el Consejo ha enviado sus tropas aquí.