Había una razón por la que Balfas estaba tan nervioso durante su conversación con el Director. La Dama Jirni Ernas tenía un pasatiempo peculiar que la convertía en una invitada realmente desagradable.
Siempre que se quedaba esperando, revisaría a fondo a la persona más cercana a ella. En este caso, Balfas. Podía ver cómo ella hojeaba sus archivos militares, nóminas y gastos diarios. A veces chasqueaba la lengua, más a menudo miraba a Balfas brevemente, regalándole una sonrisa lobuna.
Cuando Linjos finalmente llegó, Lady Ernas ya estaba preguntando a Balfas acerca de su nueva casa en Derios. En particular, sobre cómo podía permitírselo y pagar todos los impuestos adeudados.
—Dama Ernas, es un placer volver a encontrarse con usted. —Linjos mintió a través de sus dientes.
Ella llevaba un uniforme militar azul oscuro con botas en sus pies, guantes de cuero negro en sus manos, y su cabello recogido en una cola de caballo. Lady Ernas estaba a una capucha de parecerse a un verdugo.