—Sin tus lecciones sobre la Magia de Creación, nunca hubiera aprendido cómo cambiar la luz y la oscuridad, y mucho menos los otros elementos. Si alguna vez llego a ser un Mago, será gracias a ti. Considera esto como mi forma de agradecerte y pagar una parte de mi deuda.— Dijo Lith.
Los ojos de la Guardiana estaban cubiertos de lágrimas. No estaba acostumbrada a la gratitud, solo a la veneración o al miedo.
Aquellos a quienes Salaark otorgaba poder generalmente solo exigían más, mientras que aquellos a quienes ella protegía lo consideraban el precio que debía pagar para tener su obediencia.
Ella había elegido el camino del tirano porque siglos de experiencia le habían enseñado que ninguna buena acción quedaba impune.
Salaark sabía que no había ninguna relación de sangre real entre ella y Lith, que su origen era parte de uno de los trucos de Mogar. Sin embargo, allí estaba, listo para compartir su legado con ella como solo sus hijos directos lo hacían.