—Bienvenido a Namgar, la tierra de oportunidades—. Dijo el comerciante mientras golpeaba los hombros de Lith y sentía su increíble constitución—. Aquí la tiranía no es tolerada. A diferencia de en Garlen, un simple chico puede convertirse en un poderoso comerciante, como yo.
—O incluso en el hombre más poderoso del país, como nuestro Primer Ministro. En Namgar, no hay nobles que puedan acosarte, solo personas honestas que ganan la vida.
—Gracias—. Lith respondió con un acento que los lugareños encontraban casi incomprensible.
—No pareces un comerciante, más bien un guerrero—. Zugu era tan alto como Lith, pero el peso que tenía el hombre en grasa, el extraño lo tenía en músculos.
—Lo soy, pero lamentablemente, no soy un mago. Esos tipos tenían varitas y nos tomaron por sorpresa. No había nada que pudiera hacer—. Lith miró a los ojos del comerciante y por encima de su hombro mientras respondía, recibiendo un asentimiento de Zoreth.