—¿Por qué? —preguntó Solus confundida—. ¿No puedo abrazarte como a mamá?
—¡Por los dioses, no! Digo, lo entenderás cuando crezcas. —Threin tuvo que dejar el tema, ya que la mirada de Menadion estaba a punto de perforar un agujero en su cabeza—. Está bien, puedes quedarte.
—Pero mañana debes ser una niña buena y quedarte en tu habitación hasta el amanecer. ¿Prometes?
—Lo prometo, papá. —Elphyn se acercó a él, pero la ahora vestida Ripha arrastró a la niña hacia su pecho, dándole a su esposo la oportunidad de también ponerse algo de ropa.
Esa noche, el recuerdo de Solus de cuando abrazó a su madre y Threin los abrazó a ambos, tuvo lugar en un tiempo y lugar diferentes, y con diferentes personas. Al igual que en el pasado, se sintió amada, protegida y segura.
Y ella no era la única.