—Deberíamos hacer uno para ti, entonces. Estoy seguro de que tienes muchos admiradores. —Dijo Elina.
Lith estaba a punto de descartar la idea con una excusa cuando los camareros agregaron otra silla y prepararon la mesa para una persona más.
—Reservé para cuatro, pero mi padre no va a poder venir. —Dijo—. No esperamos a nadie más. Lamento las molestias.
—Tus palabras me hieren profundamente. —Una voz familiar venía de la entrada del restaurante, detrás del asiento de Lith.
Sus ojos se encendieron, Elina se puso pálida mientras Solus intentaba y fallaba al sacar su amuleto de comunicación de la dimensión de bolsillo.
—Hola, hermano. —Dijo Orpal mientras caminaba hacia el asiento vacío—. Madre, veo que has envejecido bien. ¿No me vas a presentar a esta joven doncella de la que tanto he oído hablar?
Lith se levantó, tratando de conjurar a la Distorsión pero también fracasó.