—¿Quieres un poco de helado? Creo que hice demasiado. —dijo Solus.
—Sí, gracias. —Lith se sentó en un sofá, sacando una bolsa para perros del restaurante de Haug de su dimensión de bolsillo.
Solus chilló de alegría al dulce aroma de las galletas recién horneadas bañadas en chocolate. Saltó al sofá junto a Lith, poniendo el tazón de helado en la mesa de té frente a ellos y las galletas a su lado del sofá.
—Esos son mis favoritos. Gracias por recordarlo. —Ella usó las galletas como cucharas, cubriendo su boca con crema y migajas.
—También son mis favoritos. ¿Puedo tener un poco, por favor?
Solus miró las galletas que había dejado fuera de su alcance, sopesando sus opciones.
—Claro, pero come con moderación o no quedará suficiente para el desayuno de mañana. —Le dio dos galletas, quedándose con la bandeja para ella misma.
—¡Oye, olla. Mi nombre es tetera y tú eres negro! —Lith gruñó por sus dobles estándares tacaños.