Los miembros del Cuerpo de la Reina encargados de proteger a Tista estaban más que enfurecidos. La mayoría de ellos tenía una familia en casa, con uno o más niños de la edad de Tista. En sus archivos, habían clasificado a Garth Renkin como un insufrible y pomposo idiota, pero inofensivo.
Esta vez, al actuar como un trol en celo, había cruzado la línea. La única razón por la que seguía con vida en lugar de hecho pedazos, era que, a menos que hubiera una amenaza mortal, su máxima prioridad era permanecer encubiertos.
Tenían que esperar a que él tentara la suerte o se alejara de las miradas indiscretas antes de intervenir.
Para empeorar las cosas, la actitud pasiva de los espectadores, que aparte de susurrar y comentar no hacían nada, hizo que más de un oficial pensara en prender fuego al pueblo después de que se resolviera la situación.