—Al menos acertó en eso. Tú sí comes por dos. Lith rió por dentro.
—¡Ja, ja! Muy gracioso. ¿Por qué no pruebas a pasar años atrapado dentro de una forma de piedra sin ninguno de tus cinco sentidos? Luego, cuando salgas, veremos si no te mimas un poco con comida después de un largo día de trabajo. Dijo Solus.
—Por favor, mantén la calma, Solus. Demasiado estrés podría dañar al bebé. Lith dijo mientras fingía acariciar su vientre pero en realidad lo pellizcaba.
—¡Cuéntale esta historia a alguien y te mataré!
El carruaje llegó rápidamente al borde interior de la ciudad, donde un par de guardias intentaron detenerlos para registrar el vehículo e identificar a los pasajeros.
—¡Apártense, imbéciles! No hay tiempo para esta mierda. ¡Esta mujer podría perder a su bebé! El enésimo gemido y la genuina angustia de Solus al oír esas palabras hicieron que los guardias se apartaran.