—¿Solus? ¿Estás bien? —Lith preguntó mientras la pinchaba con un dedo.
Su piel rosada era más suave que su cuerpo de energía y estaba caliente al tacto.
—Solo estoy cansada. —Respondió mientras buscaba una sábana para cubrir sus ojos y usaba su almohada cuando falló.—No sé por qué, pero no me siento bien incluso después de dormir toda la noche. ¿Puedes salir y dejarme dormir?
Lith estaba tan aliviado y a la vez tan sorprendido al ver a Solus de vuelta en su cuerpo humano que se quedó ahí de pie, sin palabras. Ella apagó las luces con un resoplido, pero él las volvió a encender y corrió la almohada y su cabello para ver su rostro.
—Entiendo que no puedes ser maestro forjador sin mí, pero hemos trabajado duro por días. Merezco descansar. —Ella dijo con un gemido.
Después de unos segundos sin respuesta y la cruel luz todavía le lastimaba los ojos, Solus decidió que ya era suficiente.