Quylla protegió a Morok con sus alas mientras Protector se colocaba frente a Nalrond para recibir el mayor impacto por él.
Dándose cuenta de que ni siquiera sus armaduras eran rival para el efecto combinado de los Ojos Malvados, el Rezar y el Tirano, tejiendo sus hechizos juntos a través del enlace mental, hicieron que se levantara el suelo y formaran una serie de barreras improvisadas.
—Si alguien me cubre, puedo lanzar un hechizo poderoso, pero necesito tiempo. —dijo Nalrond mientras una ráfaga de pilares de fuego atravesaba las murallas de roca, el Protector, y aun así todavía tenían suficiente poder para casi quemar al Rezar hasta dejarlo crujiente.
Nalrond utilizó su maestría en magia de la tierra para conjurar más y más capas de piedra para llenar el agujero en las barreras antes de que llegara la siguiente ráfaga, cambiando involuntariamente el rumbo de la batalla.