—Lo siento, pero en mi territorio, soy tan fuerte que no necesito contacto para ejercer mi técnica de respiración. Además, cuando estoy cerca de alguien de mi sangre, ni siquiera necesito a Madre Sol para leer sus mentes.— dijo Salaark.
—¿Podrías por favor salir de nuestras cabezas?— Solus saltó de Lith avergonzado, tanto física como telepáticamente.
—Sí, por supuesto.— Debido a la Resonancia de Sangre y a cuán cerca estaban, la Guardiana necesitaba concentración para poner límites entre ella y sus descendientes. —Ahora muéstrame lo que obtuviste de Urgamakka, de tus misiones pasadas y de tus creaciones.—
Solus tuvo que agrandar el Laboratorio de Forja Maestra para permitir a Lith soltar todo lo que Salaark había pedido sin ahogarlos.
—¡Por la Gran Madre, qué montón de basura!— La Guardiana chasqueó los dedos, separando todo el botín de Lith según los materiales de los que estaban hechos.