Aalejah necesitó leer tan solo unas pocas líneas de los archivos del Árbol para entender la verdad detrás de las palabras de Lith sobre la crueldad del mundo.
—¿Es por eso que aún eres aprendiz? —dijo el elfo.
—Sí. Desde que me di cuenta de que era una anomalía, supe que la gente no me dejaría en paz por la bondad de sus corazones. Necesitaba pedir prestado el poder del Reino y de un anciano del Consejo para evitar convertirme en un títere. Hasta ahora todo bien. —respondió Lith.
—Basta de conversaciones deprimentes. Pongámonos a trabajar entonces. —Aalejah se levantó y descubrió el bastón Yggdrasill, sin tener idea de lo inútiles que eran sus precauciones.
Unos días después, la expedición terminó después de que cada discípulo había sido probado varias veces por su trabajo en equipo, lealtad y confiabilidad. Una vez establecido su comportamiento, era el momento de que Inxialot activara la prueba final.