Jirni asintió, contenta de descubrir que la hija de un Dragón seguía siendo un Dragón.
Brinja había vivido una vida protegida, pero nunca se había quedado inactiva. Desde que descubrió su total falta de poderes mágicos, Brinja había trabajado duro para ayudar a Mirim en todo lo que pudiera.
Aprendió cómo administrar el marquesado de Distar para aliviar la carga sobre los hombros de su madre, buscó un esposo talentoso que aportara nueva sangre mágica a la familia, y se ensuciaba las manos en la arena política.
—Lith, gracias a los dioses todavía estás aquí. —Manohar corrió hacia ellos, deteniéndose por una fracción de segundo horrorizado al ver a Jirni—. Tienes que ayudarnos.
—¿Ayudarte a hacer qué? —Lith preguntó, notando que el Profesor Loco había arrastrado junto a Ryssa, quien no podía dejar de reír mientras las lágrimas de hilaridad corrían por sus mejillas.
