Una vez que Phloria terminó de desnudarse, a Solus le llevó un par de segundos recuperarse de la vista de su cuerpo desnudo. Phloria aún tenía poco pecho, pero entre sus largas piernas, su dulce trasero y su cuerpo esculpido, Solus se sintió como un perezoso en comparación.
—Por mi mamá, mi cuerpo humano no está ni cerca de estar tan en forma. Aún en mis recuerdos con Malyshka, me veía más como un Despertado y menos como un entusiasta del queso. Supongo que después de terminar mi fase rebelde, me debo haber convertido en Senton. —Ella pensó.
—¿Me estás seduciendo? —Preguntó Phloria, sin gustarle que la miraran de esa manera tanto tiempo y en un silencio incómodo.
—No. Solo estaba pensando en tu trasero, digo, en tus palabras. —Los ojos de Solus se volvieron más morados.— ¿Qué crees qué debería hacer? ¿Cuándo llegará mi momento?