Ambas veces Lith había sido sacudido de diferentes maneras, pero siempre lleno de emociones.
Esta vez, en cambio, se veía deprimido, triste y resignado a algún tipo de destino funesto del que Elina no estaba consciente.
Aun.
—Lo siento, mamá. Si alguna vez tengo hijos, así se verán una vez que salgan del vientre de su madre.— Dijo mientras desplegaba sus alas y se daba la vuelta para que todos vieran su apariencia demoníaca.
—Puede que lleven un fragmento de la sangre Verhen, pero necesito realizar Resonancia Sanguínea en mí mismo para estar seguro de ello.—
—¿Desechaste tu humanidad, hijo?— No había desprecio ni asco en la voz de Raaz, solo preocupación honesta.
—No, papá. A diferencia de otros híbridos, no tuve opción de elegir. Una vez que mi núcleo alcanzó el violeta, mis dos fuerzas vitales se fusionaron en una. Se transformaron en algo que nunca antes había visto y me convirtieron en esto.— Respondió Lith.