Entonces, después de que los seis elementos se movieran libremente por el cuerpo de Lith como corrientes en el océano, tejió hechizos con sus vórtices sin moverse. La concentración que requerían los diversos ejercicios detuvo el dolor.
No era mucho y no duraría mucho, pero al menos Lith logró dejar de lado la muerte de Mirim por el momento y concentrarse en la tarea que tenía entre manos. La idea de que quien mató a Lark acababa de duplicar la puntuación que Lith tenía que resolver lo enfureció más allá de lo que las palabras podían describir.
Sin embargo, siguió el consejo de Scarlett, dejando que esos sentimientos hirvieran sin reprimirlos. Estaban allí, listos para usar, almacenados de forma segura en un rincón de su mente.
—No sé lo que piensas, pero para mí, nuestra técnica parece incompleta. Como si nos faltara la última pieza del rompecabezas. —Lith dijo, refiriéndose a su método para refinar los vórtices en núcleos auxiliares.