Centrarse en el combate cuerpo a cuerpo y lanzar conjuros con sus vórtices significaba malgastar el mana que había usado para conjurar la Lanza del Vacío ya que Lith no tenía suficiente concentración para controlarla también, pero a él no le importaba.
El conjuro de nivel tres había cumplido su propósito, atrayendo a Qisal a una trampa. El golpe cruzado derecho impactó en la columna vertebral de Qisal y liberó ondas de choque que hicieron temblar sus huesos, dificultando al Güivre el control de sus movimientos a pesar de que la Fusión de Oscuridad lo mantenía a salvo del dolor.
El puñetazo no logró romper los huesos de Qisal pero sí agrietó varias escamas e infligió otro golpe a su ego. Fue el primer daño real que Lith le infligió a pesar de la enorme brecha en sus habilidades físicas.
El Güivre se disparó hacia arriba gracias al Segundo Viento, pero Lith volvió a patear el aire, usando su juego de pies para seguir adelante y permanecer pegado a la espalda del enemigo.