—Sin embargo, era un pequeño precio a pagar y evitar mucho peor daño en el futuro. —Lith se encogió de hombros después de hacer callar a sí mismo y a Vastor.
No había nada que pudiera decirles a sus padres que los hiciera sentir mejor. Al contrario, en su dolor, incluso la palabra más dulce de él sonaría como un "Te lo dije".
—Eres duro, Lith. —Dijo el Profesor.
—La vida es dura. Solo me aseguro de mantenerlo al mínimo, pero no soy un milagroso. Deberían haberlo echado en el momento en que Meln apareció en su puerta. —Lith respondió.
—Ser padre es la peor escala de grises que encontrarás. —Vastor sacudió la cabeza.— Siempre te preguntas cuánto de los errores de tus hijos se deben a su estupidez y cuánto es solo un efecto residual de tus propias faltas.
—Si tú lo dices. —Lith se burló.
—Hablemos de nuevo cuando tengas un pequeño monstruo propio. Apuesto a que no estarás tan seguro entonces. —Dijo Vastor.