Observó a Aran y Leria convertir la arena en fortalezas improvisadas y usar el agua del océano para atacarse mutuamente y hacer que las paredes del oponente se desmoronasen.
—Ojalá Carl y yo hubiéramos podido hacer lo mismo— Lith golpeó la arena, la cual tomó la forma de un mosaico de su hermano perdido hace mucho tiempo, cuando todavía era un niño.
—¿Quién es ese? Su sonrisa se parece un poco a la tuya —preguntó Kamila.
Lith no respondió, pateando la arena una segunda vez. Podía sentir la magia recorriendo su pierna como nunca antes, pero no tenía ninguna dirección, así que no pasó nada.
Lo intentó una tercera y una cuarta vez, pero cuanto más se concentraba, más se desvanecía la magia.
—¿Por qué hiciste eso? —Kamila señaló al mosaico arruinado.
—Lo siento, él era alguien que conocí hace mucho tiempo y verlo me trae recuerdos dolorosos —dijo Lith mientras inclinaba su cabeza hasta tocar la de ella.