—No, ya terminé por esta noche. Pero planeo contarle a los demás también, tarde o temprano. Podría usar tu ayuda, como cuando les conté a todos que soy un híbrido.
—¿Te refieres a tu familia? —preguntó Kamila.
—No, me refiero a todos. Eres la primera persona con la que hablé sobre el problema de la Abominación y aún no puedo creer que haya salido tan bien. Realmente debes ser mi amuleto de la suerte.— Lith la abrazó fuerte, perdiéndose en su calor mientras Kamila correspondía al abrazo.
—¿La primera persona? ¿Me estás diciendo que incluso Tista, Faluel y Phloria todavía no saben de esto? —Dijo con tanta felicidad que parecía como si Lith le hubiera propuesto matrimonio.
—Nadie más que tú. —Él le dio a Kamila un beso suave y no la soltó hasta que ella se quedó sin aliento.
—Tienes mucha energía para alguien que parecía tan decaído hasta hace un momento. —Ella jadeó.