En el momento en que Lith chocó con la grieta espacial, supo que algo horrible iba a suceder. Retorciendo y girando su cuerpo a pesar del dolor cegador, Lith logró usar la magia del aire para evitar chocar de frente contra ella.
Pero con el pequeño margen que tenía y la débil energía que logró reunir, evitar la fisura por completo fue imposible. Su brazo izquierdo la penetró hasta la cabeza del húmero, dándole la sensación de que alguien había lanzado una enorme roca desde un acantilado, pero no antes de pegar su mano izquierda a ella.
Era como si todas y cada una de las células de su brazo hubieran sido metidas en una licuadora llena de gasolina y pedernal. Se estiró interminablemente en el espacio deformado, apareciendo y desapareciendo varias veces en diferentes grietas espaciales, antes de que finalmente se cerraran bajo el efecto del artefacto de Linjos.