La frialdad del corazón de Lith se convirtió en furia ardiente cuando algunos híbridos de tritones intentaron arrebatarle su presa. Sus hechizos de agua los convirtieron en queso suizo, pero esas horribles heridas apenas los frenaron.
—¿Qué demonios? Se suponía que Cortasangre los destrozara, pero sanaron tan rápido que el hechizo apenas mostró la mitad de su poder. Rem tenía razón, la única forma de matar a los Kolgans es decapitándolos— Lith pensó mientras volvía corriendo más allá de la barrera.
—Vaya, vaya, vaya. Mira a quién tenemos aquí. Hasta las babosas tienen su momento de gloria— Una voz masculina llena de desprecio dijo mientras Lith seguía luchando por ponerse de pie. Lith había visto suficientes uniformes como para reconocer uno cuando lo veía.