Nalrond se negó a creerle y pensó que Morok solo estaba jugando una broma con ellos. Parpadear y desaparecer era un truco barato que cualquiera podía hacer, mientras que solo unos pocos individuos seleccionados podían comunicarse con Mogar.
Extendió sus manos de manera similar a como lo había hecho cuando Faluel intentó enseñarle Magia de Espíritu. El Fringe estaba justo frente a él y la esencia de Mogar era tan fuerte que le tomó un solo intento establecer un enlace.
Mil voces inundaron su mente, algunas antiguas y otras nuevas, pero él podía entenderlas todas. Una persona normal se habría vuelto loca o habría muerto de shock debido a la avalancha de diferentes personalidades hablando al mismo tiempo.
Cuanto más fuerte era el ego de alguien, más duro sería el impacto. Resistir la embestida de pensamientos, experiencias y creencias ajenas era imposible. En lugar de luchar contra ellos, Nalrond dejó que fluyeran mientras se concentraba en su propio nombre.