—Diablos, apuesto a que Morok ni siquiera sabe lo que es una Franja. —respondió Quylla.
—No lo sé y no me importa. —Morok dijo con una mirada indignada.— Lo que sé es que un Lith es suficiente. No voy a dejar a este pervertido solo con Quylla por tanto tiempo. Todo el mundo sabe cómo va este tipo de cosas.
—Un hombre va en una misión con varias chicas, suceden cosas que los llevan a situaciones de vida o muerte, y antes de que te des cuenta, nace un harén.
—¿Cómo te atreves a llamarme pervertido? Nunca nos hemos encontrado antes. Además, las cosas de las que hablas solo suceden en los cuentos baratos de los bardos! —dijo Nalrond.
—¿Puedes mirarme a los ojos y decirme que nunca desarrollaste sentimientos por Lith después de todo lo que pasaron juntos en la academia? —Morok le preguntó a Quylla, ignorando a su supuesto rival.
—Algo así como un flechazo, pero no tuvo nada que ver con el peligro. —Quylla se sonrojó hasta las orejas.