El monstruo se lanzó hacia Lith más rápido que una bala, soportando todo lo que él le lanzaba. Prisión Ardiente, el hechizo personal de nivel cuatro de Lith, conjuró seis bolas de fuego, una arriba, una abajo y cuatro alrededor de la criatura, detonando al mismo tiempo.
La cabeza explotó y se regeneró, las extremidades se convirtieron en jirones, pero todas las piezas lograron volver a unirse antes de que la explosión pudiera dispersarlas. Los relámpagos quemaron su carne y reventaron su corazón, más carámbanos perforaron su cuerpo que agujas en un alfiletero.
Nada de eso logró siquiera disminuir su velocidad. Aún recuperándose de todo ese daño, el cuerpo de la criatura se había vuelto más delgado, mientras las garras caían, dejando al monstruo con solo sus puños.