—Muchas gracias, Friya. Confió la cocina a Nalrond y comenzó a examinar su premio.
Ninguno de los cristales era tan grande o puro como el que había tomado del chamán orco, pero todos eran los mejores cristales que el dinero podía comprar y cada uno de ellos valía cientos de monedas de oro.
—Estos pequeños son perfectos. Solus, haz que crezcan en las minas. Tan pronto como terminemos con las lecciones de maestro de la forja, los usaremos para fabricar una armadura nueva y mejorada.
—No puedo esperar para poner en uso la Forja Adamant que Zolgrish me dio y todos esos preciosos ingredientes que recibimos de la Dríade hace años. Eso, más toda la práctica con las Llamas del Origen, debería permitirnos crear una obra maestra —dijo Lith.
—¿De verdad tienes una Forja Adamant? —preguntó Phloria. Ese día, las noticias impactantes seguían llegando una tras otra.
—¿Qué son las Llamas del Origen y qué tienen que ver con la maestría de la forja? —preguntó Quylla.