La visión desapareció, y Lith logró levantarse de nuevo mientras curaba sus dedos dañados. Descubrió que las lágrimas seguían cayendo de sus ojos. No había llorado durante años, y la sensación asociada al acto era agridulce.
Eran principalmente lágrimas de dolor, pero al final de la visión, se habían convertido en alegría por su tercera vida. Cuando vio a las Dríades de pie a unos metros de él, Lith finalmente recordó dónde estaba.
—¿Se supone que debe doler tanto? —En otro momento, la ira y la duda habrían llenado su voz. Pero todavía estaba conmocionado por la experiencia. Estaba cuestionando todas sus elecciones de vida, incluyendo qué hacer a continuación.
—No, no debería —La Dríada rubia estaba realmente preocupada.
—Se suponía que te mostrara el pasado para ayudarte a comprender el futuro. No debería haber sido tan doloroso—
Debido a que Lith tenía su corazón, ella sintió un eco de su angustia.