—Lo siento, pero me has perdido. ¿Me estás pidiendo permiso para llevar a Phloria o qué? —El entusiasmo de Kamila desapareció y su estómago se revolvió mientras sus inseguridades regresaban.
Ya no le gustaba la idea de que Lith pasara tanto tiempo encerrado con una mujer hermosa como Faluel, pero al menos la Hidra tenía la edad suficiente para ser su tatarabuela y ninguno de los dos parecía interesado en el otro.
Phloria, por otro lado, era solo un poco mayor que Lith, era la única persona con la que él había abierto en años y pronto iba a compartir con él el Despertar además de todos los talentos mágicos que ya tenían en común.
De haber sabido Kamila acerca de la existencia de Solus, en ese momento ya habría declarado ese día como su peor cumpleaños.
