El proceso de persuadir a Zen fue sin problemas.
Después de terminar de hablar sobre este asunto, Wendy caminó hacia la puerta y la abrió.
Como se esperaba, el Sr. y la Sra. Tanner estaban parados fuera de la puerta con preocupación.
Cuando la Sra. Tanner vio a Wendy abrir la puerta —preguntó ansiosamente—. ¿Cómo está Zen?
—Estén tranquilos, Tío y Tía —dijo Wendy, sonriendo—. Ya la hemos persuadido. No volverá a intentar suicidarse.
La Sra. Tanner asintió con la cabeza de inmediato. Estaba llorando mientras sonreía.
En cuanto a lo que Wendy le había dicho a Zen, no se molestaron en preguntar en absoluto.
Después de todo, si estuvieran dispuestos a hacerles saber, no los habrían echado en primer lugar.
—¿Por qué sigues llorando cuando Zen lo ha pensado bien? —dijo el Sr. Tanner con desesperación.
Aunque lo dijo con desprecio, tomó la mano de la Sra. Tanner y entró ansiosamente a la sala con ella.
